CINEMIGRANTE · Festival Internacional de Cine y Formación en Derechos Humanos de las Personas Migrantes · 2024
¿Qué dominaciones aloja el significante Futuro? ¿Cómo desmontarlas? ¿Cuáles son los agentes e instituciones decisivos en las orientaciones hegemónicas? ¿Es posible hacer una genealogía de los vínculos con las futuridades para comprender su efectividad? ¿Qué nuevas políticas pensar para las figuraciones y los imprevistos, para los proyectos y las invenciones?
En 1929, Karl Mannheim escribió que en su época había una “mayor aproximación de la utopía a la vida real”, que la consideración del proceso histórico y sus fuerzas conformaba un saber donde las posibilidades de realización de determinados futuros se incrementaba. Nuestros tiempos dan una impresión muy diferente, la de una actualidad signada por una aceleración que tiende a fagocitar cualquier imagen que aspire a permanecer, el reforzamiento de los patrones abstractos de la valorización monetaria, la innovación tecnológica per seo la búsqueda de sujetos racializados cuyo linchamiento promete oscuras redenciones. Ficciones letales. Estos peligros y amenazas son las condiciones para el desafío creador lanzado por J. K. Gibson-Graham: “leer el texto social tanto por instancias de dominación (la tendencia prevaleciente en las teorías críticas) como por instancias de diferencia y, por tanto, de posibilidad”.
Quizá ya nunca más una imagen de futuro logre estabilizarse antes de ser presa de la desfiguración Pero no cabe la nostalgia por esa pérdida, sino el esfuerzo por saltar el cerco de la utopía y el apocalipsis, del Futuro total y el futuro insoportable: dar lugar a una inventiva posutópica donde nosotros es una fuerza, más proyecto que condición, más invención que proyecto. Hoy en día el enemigo se presenta como sujeto que nos enfrenta y como medio hostil. Por eso la importancia de producir mundos abiertos, territorios que nos permitan desplegar nociones de justicia al tiempo que disponernos a encontrar vectores de transformaciones y posibilidades donde, quizá, aún, no las estemos buscando.
EZEQUIEL GATTO
“En el siglo dieciocho, esclavos como Phyllis Wheatley leían poesía para demostrar que eran humanos, para demostrar que no eran muebles, para probar que no eran robots, y para demostrar que no eran animales. En ese sentido, una cierta idea de la cibernética ya se ha aplicado a los sujetos negros desde el siglo XVIII. Creo que lo que obtenemos a fines del siglo XX en la tecnología musical es un punto en el que los productores aceptan el papel del cyborg, aceptan voluntariamente esa interfaz hombre-máquina sólo para explorar las mutaciones que ya les sucedieron y para acelerarlas un poco más. Ahora la pregunta es: ‘Como cyborgs ¿para qué?’
Bueno, la razón, es salir de aquí. Para salir de este tiempo aquí, para salir de este espacio ahora “
(Kodwo Eshun en ‘The Last Angel of History’)
Reflexionar acerca de nuestro futuro pareciera convertirse hoy más que nunca en una pulsión de vida. La sensación de letanía del hoy nos interpela a mirar hacia la prefiguración de un territorio que no guarde relación con el tiempo actual o con las experiencias del ayer ya que en la extensión de sus características hacia el ‘mañana’ o hacia el ‘por venir’, se encontaría cancelada nuestra existencia enmancipada. Interpeladxs por un presente que nos reitera que como parte de la humanidad existiremos para ser los cuerpos de sus guerras, las historias de las hambrunas o los rostros de las fotos en las secciones de las noticias policiales, la reflexión sobre el futuro se convierte en una acción de intervención necesaria para la existencia de aquellxs que nacimos desde el trauma de la ‘historia’, en la ‘modernidad de Occidente’.
Pero ¿cuáles son los modos de futurizar desde territorios y cuerpos que hemos nacido bajo ‘la herida colonial’? ¿Cómo se aborda el pasado desde un trauma parido en las vejaciones del colonialismo, al cual Occidente denominó ‘modernidad’? ¿Cuál es la relación entre el pasado y el futuro?¿Pero no hay otros futuros?
Estas y otras son algunas de las preguntas que CineMigrante se propone responder en una suerte de ejercicio experimental que ha denominado ‘Re.Volver al futuro. Negro Disparo hacia el Sol’, acciones a desarrollarse a lo largo de la 9ª Edición; un diálogo entre tecnología, cine, literatura, realidad virtual, música y performatividad, el cual pretende recuperar las visiones del futuro desde los márgenes de Occidente.-
FLORENCIA MAZZADI
Directora de CineMigrante
No podemos abandonar la cinematografía africana, y el afrofuturismo, en un vagar entre la esperanza del reconocimiento occidental y el deseo de un apoyo popular que reúna los mínimos comunes denominadores y el capitalismo. El cine africano tiene varios desafíos por superar. El primero de estos desafíos es el de lo universal; lo universal en el sentido que impone una dirección a la historia. Debido a que el mundo entero representa a África, es imperativo que África presente este acto de recuperación del mundo.
El cine africano debe proponer no solo a los africanos, sino a la humanidad también, un proyecto de civilización, que incluya a los animales, las plantas y la tierra. Por lo tanto, debe evitar la trampa de la autosuficiencia y permanecer en relación con los demás, una relación mutuamente fructífera mientras se persigue la marcha hacia la autonomía sin ignorar las relaciones de poder asimétricas que imperan en nuestra contrariedad. Otro desafío para el cine africano y particularmente para el afrofuturismo es la reconstrucción de nuestras infraestructuras psíquicas a partir de la historia colonial marcada por la negación, la violencia y la vergüenza. El afrofuturismo debe enmarcarse como un cine de resiliencia, un cine que nos sana. Debe abordar los problemas a los que nos enfrentamos psicológica y psicocomportamentalmente y cuestionar la acción humana. Finalmente, el afrofuturismo tiene un último desafío, que es tecnológico y comienza con la capacidad de preservar y hacer accesible el recuerdo de las imágenes del continente que se construyen todos los días.
Para enfrentar todos estos desafíos, se debe producir un lenguaje semántico y semiológico que ofrezca al mundo nuestro ímpetu vital. Un lenguaje cinematográfico que nos permita reinventarnos saliendo de este léxico de autoflagelación, presentándonos como personas que llegan tarde o que carecen de algo.
El cine africano y el afrofuturismo deben con toda lucidez, madurez y autoestima, encontrar la manera de contar nuestra presencia en el mundo sin vernos reducidos a los problemas de la pobreza, acompañar el movimiento del continente, un continente en trabajo de parto, una África que grita, porque ella está dando a luz.
JEAN-PIERRE BEKOLO
Futuridades nómadas, que irrumpen desde el margen, que figuran cristales de tiempos resquebrajados pero no rotos. Futuridades periféricas que abren paso al impulso y desprograman a las futuridades dominantes. Existen futuros hegemónicos y futuros subalternos. Las futuridades nómadas son los que borran la marca de las imposturas y abren paso a una ruptura del tiempo. Estas futuridades velan por el presente de nuestras vidas y funcionan como una usina para otra cotidianidad. Configuran sentires y restan formas que duelen. Curan y sanan la figuración, el percibir y diluyen nuestros contornos.
Las futuridades que esta sección presenta son potencias cinéticas, fracturas en movimiento que cobran vida en un acto cinematográfico que no está vencido. Son tiempos donde la materia no se estanca, su tecnología fluída enerva el cuerpo cinematográfico. Su fuerza puede encriptar la memoria y fugarse de aquellas temporalidades detenidas donde las promesas no se dan de manera igualitaria. Son películas que atraviesan la piel llegando a la carne de la historia colectiva para soldar nuestro pasado e incinerar el presente.
CRISTINA VOTO
Curadora
CINEMIGRANTE · Festival Internacional de Cine y Formación en Derechos Humanos de las Personas Migrantes · 2024