LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA NEGRITUD

Sección Central | 8° edición

La vida de los negros sí importa

Ignorancia fabricada, #hashtag política, la narrativa de la derecha alternativa y oposición.

Más de 500 años de resistencia a la esclavitud, al racismo y a la explotación; mayormente ignorados entre las narrativas mediáticas más populares y la educación en un mundo gobernado por la lógica del sistema patriarcal-occidental- blanco y capitalista.

El movimiento “La vida de los negros sí importa” (The Black Lives Matter movement) emerge en ese extraño tiempo-espacio donde la población Americana pudo elegir un articulado y visionario hombre negro – Barack Hussein Obama – como presidente, y el concurrente acceso a equipos tecnológicos y media social. Los liberales alrededor del mundo suspiraron con alivio colectivo: el racismo había llegado a su fin. Se había dado vuelta la página. O así al menos contaba la historia.

Para los negros, latinos, indígenas y comunidades de color la batalla diaria con el racismo estructural, la brutalidad policial y la injusticia social continua.

Envalentonado por esperanzas políticas y armado con la historia de la resistencia, teléfonos inteligentes y la tecnología conectada para distribuir y organizar, #BlackLiveMatters tomo a las calles, el empuje mediático para desatar una fuerza social que resonara alrededor del mundo. No para ser otro pie de página, ni otra página más, ni si quiera otro capítulo, sino más bien una historia completamente diferente estaba siendo contada, vista y escuchada.

Mientras tanto, en las lóbregas sombras del internet, supremacistas blancos, neo-nazis y racistas de esa índole estaban lentamente usando tácticas similares para formar el movimiento de derecha alternativa. Ocho años después, los Americanos eligieron a Donald Trump. Quizá algunas páginas más han sido quemadas. ¿Cuáles son las historias que seguirán siendo contadas? ¿Qué forma tomaran sus páginas? ¿Quién las contara? ¿Qué versión resurgirá de las cenizas?
Lula ca caba inda – la lucha aún no termina.

DIANA MCCARTY

Curadora Sección Central

Pongamos que un político de un país lejano, declara a los medios de comunicación que el compromiso de su partido puede cuantificarse en cantidad de centímetros de asfalto puesto por día y en cantidad de pibes encarcelados por día. Según nuestra eminencia política, existiría una intrínseca relación de contigüedad entre la juventud y el petróleo, una propuesta particularmente sugestiva. Ahora, nuestro político no es un joven novato en búsqueda de gloria o de escándalos: él era el ministro de educación de ese país lejano y sabe bien lo que dice. Pongamos, entonces, que el político, durante los años de su formación, leyó el diccionario filológico de Joan Corominas y que ahí se enteró de que la etimología de la palabra “pibe”, tiene una historia muy compleja e interesante, como es la historia de todas las palabras. Según Corominas “pibe” viene del catalán “pevet”: pebetero, incensario; es decir, un recipiente apto para quemar.

Desde esta imagen, el pensamiento del político corre rápido hacia nosotrxs, lxs jóvenes: recipientes, cuerpos cuya química está tomada por el fuego, por el ardor de la primavera de nuestras vidas. Pasa el tiempo y, durante sus largos días y noches de estudio, nuestro político descubre otro hallazgo filológico: con la palabra “pebete”, en la antigüedad, se llamaba a esos inciensos que, una vez encendidos, esparcían humos olorosos durante las festividades religiosas. El olor, junto con el aire sería otro punto de contacto entre el antiguo uso de la palabra “pibe” y el actual empleo. La calidad combustible es, la calidad que, con su inocente declaración, nuestro ministro quiso prender: lxs jóvenes, como el asfalto y el petróleo, somos incendiarixs. Quemamos y somos quemdxs, porque somos libres, aunque nos quieran apagar. Pero prendidxs somos libres, cada día más libres…

CRISTINA VOTO

Programadora y Curadora Sección Central

“En América, los negros aparte. En América del Sur los golpean por las calles, los ametrallan (…) En África Occidental el negro es una bestia. Y ahí, muy cerca de mí, al lado mismo, un camarada de la Facultad, originario de Argelia, que me dice: “Mientras hagan del árabe un hombre como nosotros no será viable ninguna solución.”

(Frantz Fanon, “Piel negra, máscaras blancas”)

La raza se actualiza en la definiciones de ‘lxs abyectxs’, de ‘las alteridades’ que este sistema sabe catalogar, clasificar, estigmatizar, perseguir y asesinar. Cuerpos a los cuales la identidad sesgada del mundo del dinero del hombre blanco, conquistador, colonizador no les contiene ni les pertenece: Trayvon Martin, Tamir Rice, Eric Garner, Vanesa Castano, Gabriella Naverez, Anyai Parker, Mike Brown, Brian Gualman, Facundo Rivera Alegre, Cristian Toledo, Mohamed Hychami, Adama Traoré y miles más son hoy asesinadxs por gobiernos que, a través de su política institucional, actúan tanto en el borramiento de la memoria colonial como en la reconstitución de una práctica de la raza bajo otras formas.

Afroamericanxs, musulmanes, hijxs de alguien que no nació aquí sino en alguna tierra conquistada (hoy abandonada a la merced de la dinámica del capital financiero, extractivo, expoliativo), mapuches, tobas, hijxs de la latinoamerica racial, disidentes culturales, disidentes sexuales, somos víctimas un racismo cultural que no es simple xenofobia, no es el simple miedo al otro (que se disiparía mediante un conocimiento más íntimo) sino es el resultado de una traducción interna de la división internacional del trabajo que alteriza la precariedad y precariza la alteridad.

Precarizadxs, apaleadxs, y perseguidxs podemos ser enumerados dentro de un listado de buenos resultados de un candidato a elecciones en un país al sur de América que se anima a mencionar dentro de sus logros ‘un metro más de asfalto, un pibe más preso.’ El devenir de nuestros días nos obliga a pensar en el futuro, en nuestras acciones de futuro en donde la dualidad no nos pertenece. Y en donde nuestras vidas importan. Tal vez como decía Baldwin “… el futuro del negro en este país es precisamente tan brillante o tan oscuro como el fututo del país. Depende enteramente del pueblo, si van o no a encarar y lidiar y abrazar a este desconocido de quien han hablado tan mal por tanto tiempo. Lo que la gente blanca tiene que hacer es tratar de encontrar en sus propios corazones, en primer lugar, pr qué fue necesario tener un negro. Porque yo no soy un negro, soy un hombre. Pero si tú piensas que soy un negro, significa que lo necesitas. Y si yo soy un negro aquí, y ustedes lo inventaron, entonces ustedes tienen que descubrir por qué.”

FLORENCIA MAZZADI

Directora CineMigrante